En vez del tejido suave de un tumor, lo que vieron tras operarla fue la larva de una tenia. (Foto: Pixabay)
En vez del tejido suave de un tumor, lo que vieron tras operarla fue la larva de una tenia. (Foto: Pixabay)




Hay noticias que nos quitan un gran peso de encima, pero que a la vez nos dejan desconcertados. Esta es la historia de una mujer de 42 años, de (EE.UU.), que pensó lo peor tras sentir varios síntomas que la hicieron creer que era un terrible tumor cerebral. Sin embargo, grande fue su sorpresa al ver los resultados de los exámenes y procedimientos. Felizmente no padecía la enfermedad, pero sí algo inexplicable: una enorme tenia estaba alojada en su cabeza desde hace un año.

Olvido de palabras, tazas de café y objetos que se le caían de las manos, insomnio, problemas para completar frases, pesadillas y alucinaciones constantes hicieron suponer a Rachel Palma que algo estaba muy mal con su salud. En enero de 2018 decidió acudir al médico y tras una tomografía se detectó una lesión de aspecto raro que hacía suponer que era de origen canceroso, por lo que se procedió a operarla en el Hospital Mount Sinai de Nueva York.

En medio de la intervención, realizada en septiembre del año pasado, los especialistas quedaron impactados: en vez del tejido suave que caracteriza un tumor, lo que vieron era parecido a una roca o un huevo de codorniz.

Según Live Science, se extrajo y cortó bajo un microscopio y tras esto se supo que era la larva de una tenia y se le comunicó a Rachel Palma que felizmente no padecía cáncer pero sí una enfermedad parasítica llamada .

Esta se contrae al consumir huevos de gusanos de la tenia alojados en carne de cerdo cruda y cuando las larvas salen del cascarón se extienden por el cuerpo humano. Músculos, piel y ojos son afectados con la formación de quistes, pero su órgano predilecto es el cerebro debido al abundante suministro sanguíneo.

Rachel Palma no necesitó más tratamiento tras la intervención y hoy vive de manera normal y sin peligros, lo que sí sucedió es que su caso se volvió materia de análisis pues la neurocisticercosis es detectada rara vez en Estados Unidos y nadie se explica cómo pudo infectarse, pues no salió del país ni aseguró haber consumido carne sin cocer correctamente.

Tras el gran susto, la mujer de 42 años tomó una gran decisión: “he dejado de hacerme preguntas y he empezado a celebrar mi vida y a disfrutarla al máximo", según dijo a WABC-TV y publica RT en español.

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