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Motín en el penal El Sexto de Lima: las 15 horas que pusieron al Perú en vilo

Cerca de las 10 de la mañana del martes 27 de marzo de 1984, cuando se servía el desayuno en los pabellones del penal El Sexto de , diez peligrosos internos liderados por Luis García Mendoza ‘Pilatos’ y Eduardo Centenaro Fernández ‘Lalo’, iniciaron un motín tomando como rehenes a 13 personas, entre ellos a tres reos: los narcotraficantes Guillermo Cárdenas Dávila ‘Mosca Loca’ y Eduardo Núñez Baráybar; y Antonio Díaz Martínez, quien purgaba prisión por pertenecer a la organización terrorista Sendero Luminoso.

También fueron tomados como rehenes varios trabajadores del penal El Sexto, entre los que figuraban: Alfonso Díaz, Magda Aguilar, Luis Arrese, Marcos Escudero, Amelia Ríos, Carmen Montes, Walter Corrales, Luis Morales, Rolando Farfán y Carlos Rosales. Provistos de dinamita, revólveres y armas blancas, los captores redujeron a los rehenes con amenazas de muerte, arrinconándolos en la parte posterior del tópico de la prisión.

Asimismo, en los alrededores del penal El Sexto se habían conformado tres grupos que tendrían un rol en el desarrollo y desenlace del motín: la policía que dirigía sus fusiles contra los internos, pero no podía disparar; las autoridades que iniciaban las negociaciones, sin aliviar la angustia de los retenidos; y la prensa que informaba al detalle lo que sucedía, “en vivo y en directo”.

Los amotinados del penal El Sexto empezaron a mostrar carteles con mensajes, escritos con lápiz labial, exigiendo su libertad. Obligaron también a los rehenes a gritar que se les concediera sus reclamos, colocándoles siempre un cuchillo en la yugular.

A la 1:55 de la tarde, para que la sociedad tomara nota de que estaban dispuestos a todo, los delincuentes cobraron su primera víctima en Carlos Rosales, quien fue rociado con kerosene y después quemado. El herido fue internado en el pabellón de quemados del hospital Arzobispo Loayza, con heridas graves.

Tras ello y sin piedad dispararon a quemarropa al empleado Rolando Farfán. Esto fue a las 2:56 de la tarde. Pese a la gravedad del hecho, Farfán fue salvado por los médicos.

A las 6:10 p.m. el empleado del penal El Sexto Walter Corrales también es herido por una bala que le atravesó la cintura, cuando había ganado su libertad después de una audaz acción. Previamente los malhechores le habían acuchillado la pierna.

Policía apuntan con sus armas a la entrada de El Sexto. (Archivo El Comercio)
Policía apuntan con sus armas a la entrada de El Sexto. (Archivo El Comercio)

- Rescate de rehenes -

A las 9:50 p.m. una camioneta ingresó al presidio simulando ser el vehículo de escape exigido por los amotinados del penal El Sexto. Se trataba de una especie de “caballo de Troya” repleto de personal de la Guardia Republicana. En esos instantes se produjo un corte de electricidad en el centro penitenciario y los efectivos lanzaron gases paralizantes y bombas lacrimógenas para ingresar a la cárcel.

Los francotiradores abrieron fuego contra los amotinados del penal El Sexto mientras los policías arremetieron para “individualizar” a los rehenes y alejarlos de la zona de peligro. Conseguido esto se desató un tiroteo entre los amotinados y el grupo de rescate. Una de las balas hirió a la psicóloga Amelia Ríos de Coloma.

Mensaje de los amotinados del penal El Sexto a un fiscal. (Archivo El Comercio)
Mensaje de los amotinados del penal El Sexto a un fiscal. (Archivo El Comercio)

- Así informó el diario El País de España -

Los peruanos presenciaron el pasado martes en directo, a través de la televisión, escenas escalofriantes del motín ocurrido en el penal limeño de El Sexto, en el que murieron 19 personas -17 presos y dos rehenes-. Una violenta intervención policial puso fin a 15 horas de rebelión, durante las que algunos rehenes fueron salvajemente torturados y quemados con queroseno, otro degollado y a una mujer se le cortó la lengua. El motín fue protagonizado por algunos de los más peligrosos delincuentes del país, que tomaron a 20 rehenes y exigieron que se les facilitase un autobús para abandonar la cárcel. Al no satisfacerse sus demandas, los amotinados prendieron fuego a uno de los rehenes y dispararon a otro un tiro a bocajarro en el abdomen. Un rehén que intentó huir fue hasta 10 veces apuñalado y otro fue públicamente degollado.

* Este artículo apareció en la edición del jueves 29 de marzo de 1984.

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