¿Quién fue el verdadero Señor de los Cielos?

Debido al rotundo éxito que tuvo la serie “El Señor de los Cielos”, en la que narra las aventuras y delitos que cometió uno de los narcotraficantes mexicanos más poderosos y peligrosos del cártel de Juárez, te contamos quién fue en la vida real el verdadero capo de la droga que inspiró la telenovela, que va por su séptima temporada.

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Amado Carrillo Fuentes es el verdadero nombre del Señor de los Cielos, quien habría acumulado una fortuna aproximada de 25.000 millones de dólares, distribuidos en negocios y propiedades, en sus 17 años como narcotraficante, según la Drug Enforcement Administration (DEA, Administración para el control de drogas, en español).

A finales de los años ochenta se ganó el sobrenombre de El Señor de los Cielos por poseer una flota de aviones Boeing de dos turbinas y 68 plazas, y aeronaves tipo Caravelley para transportar hasta seis toneladas de droga.

Fue señalado como uno de los narcotraficantes más poderosos al quitarle terreno en el mundo de las drogas a su principal competencia colombiana, en especial al cártel de Cali, logrando apoderarse de los mercados estadounidenses de Chicago, Atlanta, Oklahoma y Seattle.

En julio de 1997, las autoridades de la Procuraduría General de la República, avaladas por la DEA, informaron que Carrillo murió cuando se practicaba una cirugía plástica para cambiar su apariencia.

Era el segundo de ocho hermanos. Nació en el municipio de Navolato, estado mexicano de Sinaloa, el 17 de diciembre de 1956. Debido a que se enroló desde muy joven al mundo de las drogas, apenas estudió.

Fue sobrino del afamado narcotraficante Ernesto Fonseca Carrillo ‘Don Neto’, quien lo mandó aprender todo el negocio de la marihuana al poblado de Ojinaga, en Chihuahua, con su socio Pablo Acosta Villarreal ‘El Zorro de Ojinaga’, a quien mandó matar en abril de 1987, tras 10 años de conocer el negocio. De esta forma, quedó libre el camino para que asumiera el control del grupo narcotraficante que operaba en esa zona, que más tarde se convirtió en el cártel de Juárez.

Cuentan que Amado era astuto, mujeriego, despiadado con sus enemigos y le gustaba el alcohol y la coca. Además, de ser generoso con su madre, a quien construyó, junto a su hermano Vicente, una finca de 24.000 metros cuadrados para olvidar los años de miseria que vivieron.

Jamás se olvidó de los pueblos que lo albergaron: La Tuna y Guamuchilito, a los que dotó de iglesia, jardín, escuela y otros servicios.

Se hizo líder del cártel de Juárez tras asesinar a su jefe Rafael Aguilar Guajardo, un expolicía de la Dirección Federal de Seguridad de México, a quien conoció en los años 70 del siglo pasado. Carrillo, tras ganarse su confianza, consiguió que lo dejara manejar la droga que llegaba de Colombia y le compartiera sus contactos. Al poco tiempo desplazó a su socio en los envíos de cocaína a Estados Unidos.

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Para finales de los ochenta, ya instalado en Ciudad Juárez y bajo total anonimato, construyó el poder de un cártel que, según la DEA, sumaba ganancias semanales de 200 millones de dólares por el tráfico de cocaína y después heroína.

Como Amado quería todas las ganancias para él, atentó contra la vida de Aguilar el 12 de abril de 1993. ¿Cómo? Lo mandó a acribillar cuando estaba a punto de abordar una lancha en un muelle de Cancún. Tal como sucedió con Acosta Villarreal, se dijo que el Señor de los Cielos pagó un millón de dólares por su muerte.

En 1988 se inició la relación entre los dos capos. Como los envíos de droga que hacía Pablo Escobar a Estados Unidos estaban en la mira, necesitaba establecer nuevas formas para trasladar su producto. Es así como Carrillo le ofrece una ruta para transportar el estupefaciente por mar, sin mencionar que también ponía a su disposición la flota de aviones.

Debido a que Amado tenía poder por llevar la droga de ‘El Patrón’ a otros continentes, exigió a los narcotraficantes colombianos que le pagaran en cocaína y que le dieran acceso al mercado en Chicago, Atlanta, Oklahoma y Seattle.

Además, coordinó embarques de varias toneladas a bordo de jets de pasajeros, acondicionados para transporte de carga, los cuales volaban directamente al aeropuerto de Juárez, donde eran custodiados por la Policía Federal mexicana.

La relación iba bien hasta que, a principios de los años 90, El Señor de los Cielos robó un cargamento de 12 toneladas de cocaína a Escobar.

“El Patrón estaba financieramente muy golpeado y quería una guerra contra Carrillo. Era complicado; teníamos guerra con el Estado, con los paramilitares y con Calí; enfrentarse al Señor de los Cielos hubiera significado para Escobar abrir un cuarto frente”, señaló en una entrevista Jhon Jairo Velásquez, alias Popeye, jefe de los sicarios de Pablo Escobar.

Poco se sabía de Amado Carrillo, pues fue un personaje que prefirió mantener en reserva su identidad y no exponerse como otros narcotraficantes. Algo que lo ayudó a movilizarse por diferentes lugares sin tener problemas.

Incluso cuando la policía comenzó a perseguirlo, solo tenía una vieja fotografía suya y no sabía su edad.

El 24 de noviembre de 1993 intentaron acabar con la vida de Amado Carrillo cuando se encontraba en el restaurante Bali Hai del sur de la Ciudad de México. Pudo escapar vivo gracias a sus guardaespaldas, pero la policía lo puso en la mira. Para ese entonces estaba involucrado en 26 investigaciones en Estados Unidos y en México había dos órdenes de aprehensión en su contra por delitos contra la salud.

Cuatro años después, entre mayo y julio de 1997, viajó a Rusia, Cuba y Chile para expandir su imperio y entre sus planes estaba realizarse una cirugía estética aprovechando lo poco que lo conocían.

Amado Carrillo, con una identidad falsa y bajo el nombre de Antonio Flores Montes, llegó al hospital Santa Mónica para someterse a una cirugía el 3 de julio de 1997. Sin embargo, durante la intervención quirúrgica se presentaron complicaciones, por lo que el Señor de los Cielos dejó de existir la mañana del día siguiente (4 de julio).

La Procuraduría General de la República informó en un comunicado que había recibido informes de la muerte de Carrillo. La información fue avalada por la DEA.

El cuerpo del narcotraficante fue mostrado públicamente una semana después en el ataúd. Un hecho que despertó suspicacias fue que del rostro del capo sobresalía el bigote. La prensa se preguntó si debían haberlo afeitado para la cirugía y se especuló que se trataría de un doble.

Cuatro meses después de su muerte, en la carretera que va de la Ciudad de México al puerto turístico de Acapulco aparecieron abandonados tres tambos que estaban sellados y desprendían un olor fétido. Al revisar se descubrió que eran los cuerpos de los médicos que intervinieron a Amado.

En 1999, el periodista José Alfredo Andrade Bojórquez, en su libro “Desde Navolato vengo: biografía de Amado Carrillo Fuentes”, describió las desapariciones de quienes habían sugerido que Amado Carrillo Fuentes no estaba muerto. Tras ello, el hombre de prensa desapareció en noviembre del mismo año.