Investigadores de Quebec, Canadá, analizan una carta que se cree fue arrojada al Atlántico por una pasajera del Titanic. (Foto: L'Université du Québec à Rimouski y Pixabay)
Investigadores de Quebec, Canadá, analizan una carta que se cree fue arrojada al Atlántico por una pasajera del Titanic. (Foto: L'Université du Québec à Rimouski y Pixabay)

En abril de 1912, Mathilde Lefebvre tenía apenas 12 años cuando abordó una embarcación junto a su madre y hermanos para cruzar el océano Atlántico y reunirse con el resto de su familia en Estados Unidos. Sin embargo, aquel reencuentro jamás llegó a darse, dado que el navío en el que viajaba era nada más y nada menos que .

Recientemente, se dio a conocer que un equipo de investigadores de la Universidad de Quebec (UQAR) se encuentra trabajando para determinar si una carta, hallada en 2017 en las costas de Canadá, fue escrita por Lefebvre hace más de un siglo.

“Estoy tirando esta botella al mar en medio del Atlántico. Debemos llegar a Nueva York en unos días”, dice la misiva, cuya fecha figura el sábado 13 de abril de 1912. “Si alguien la encuentra, dígaselo a la familia Lefebvre en Liévin”.

El mensaje está firmado por “Mathilde Lefebvre” y fue encontrado al interior de una botella de vidrio por una familia de New Brunswick en una playa llamada Hopewell Rocks, en la Bahía de Fundy, señala el medio canadiense CBC.

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“La botella podría ser el primer objeto proveniente del Titanic encontrado en la costa de Norteamérica”, dijo el historiador Maxime Gohier en la de la UQAR.

Según Nicolas Beaudry, profesor de historia y arqueología en la UQAR, había en efecto una pasajera en el Titanic llamada Mathilde Lefebvre. “Era la hija de Franck Lefebvre, un minero del norte de Francia que fue a probar suerte en Estados Unidos”, explicó.

El hombre había encontrado trabajo en una mina de Iowa, donde se quedó con sus cuatro hijos mayores. Una vez que ganaron suficiente dinero, mandó a buscar a su esposa y cuatro hijos menores, incluida Mathilde, para que se reunieran con ellos.

Imagen presentada por la Universidad de Quebec en Rimouski (UQAR).
Imagen presentada por la Universidad de Quebec en Rimouski (UQAR).

Pese a que arqueólogos, químicos y oceanógrafos participaron en el análisis de la botella y la carta, y constantaron que efectivamente el mensaje fue escrito en 1912, hay un par de factores que generan más dudas que certezas. Uno de ellos es el tipo de escritura utilizado supuestamente por la niña en la misiva, dado que es uno diferente al que se enseñaba en ese entonces a los estudiantes franceses.

Asimismo, está el hecho del propio hallazgo de la botella. ¿Puede un objeto así ser arrojado desde un barco en medio del Océano Atlántico y llegar a New Brunswick? “Es poco probable. Es bastante improbable, pero no es imposible”, dijo Daniel Bourgault, profesor de oceanografía física en la Universidad de Quebec.

Un equipo de Noruega está ayudando actualmente a la universidad, mediante el uso de un programa de computadora para simular cosas como la dirección del viento en el Atlántico, en un intento de reducir aún más las dudas. Cabe agregar que tampoco se deja de lado la posibilidad de que alguien haya falsificado la carta en 1912.

Bourgault dijo que aún es demasiado pronto para decir si la carta es auténtica o no, y existe la posibilidad de que nunca lo sepan con certeza.

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