Rose Marie Bentley vivió 99 años sin saber que padecía de una rara condición llamada situs inversus con levocardia, es decir, que tenía el hígado, el estómago y otros órganos abdominales en el sitio erróneo. El singular caso fue compartido a través de Facebook.
Según los expertos de la Oregon Health & Science University que estudiaron el caso, la condición de Bentley se relaciona con enfermedades cardíacas que pueden ser mortales. Pero en el caso de la mujer de 99 años, el corazón se mantuvo en el sitio habitual.
Existe una probabilidad de 1 a 22.000 de padecer esta condición y es más difícil aún de que alguien se pase toda la vida sin saberlo. Se estima que apenas una de cada 50 millones de personas que nacen con esta condición viven lo suficiente para llegar a la adultez.
La literatura médica registra otros dos casos de pacientes mayores con situs inversus con levocardia, los cuales vivieron hasta los 70 años. Pero la señora Bentley, que residió en la localidad rural de Molalla, sería la persona con más edad que tenía esta alteración.
Rose Marie Bentley y su marido James administraron durante años una tienda de alimentos en su pueblo. Pertenecía a la Iglesia Metodista, donde cantaba en el coro. Además cultivó un huerto en el patio trasero de su casa para alimentar a su numerosa familia.
Sus familiares contaron que la mujer no padeció ninguna enfermedad crónica, aparte de la artritis. Le extrajeron tres órganos durante su vida, pero solo el cirujano que le retiró el apéndice registró su ubicación inusual en la historia clínica. Sus hijos aseguran que no eran conscientes que su madre tenía los órganos transpuestos y creen que ella tampoco lo sabía.
El matrimonio Bentley se jubiló en 1980 y se pasó el resto de sus días viajando por los 50 estados de EE.UU., además de otros países. Cuando Rose Maria falleció, el 11 de octubre de 2017, 13 años después que su esposo, su cuerpo fue donado al programa de investigación de la Oregon Health & Science University.
Cuando los estudiantes de medicina comenzaron sus prácticas, en la primavera de 2018, fue cuando saltaron las alarmas. "Sabía que algo estaba pasando, pero nos tomó un tiempo entender qué era", afirma en un comunicado Cam Walker, el profesor asistente que ayudó a los alumnos a desentrañar el misterio de la anatomía de Bentley.