La ciudad de Píllaro, la cual será 'tomada' por miles de 'diablos', se encuentra en la provincia de Tungurahua. (Efe)
La ciudad de Píllaro, la cual será 'tomada' por miles de 'diablos', se encuentra en la provincia de Tungurahua. (Efe)

| Cinco mil diablos se preparan para hacer sus travesuras en enero en la ciudad ecuatoriana de Píllaro, al sur de Quito (), durante una fiesta multicolor de historia, tradición y algarabía que durará seis días.

Así lo informaron este viernes las autoridades de Turismo en una rueda de prensa en la que la ministra Rosi Prado invitó a la ciudadanía y a los turistas a una festividad que es de las más emblemáticas de Ecuador.

“Lo que inició hace más de 150 años, en la época de la colonia, como un acto de rebeldía indígena, en la actualidad, la personificación del diablo se ha transformado en una muestra de ingenio y carisma de cada uno de los participantes”, aseguró la ministra.

Conocida como la “Diablada de Píllaro”, la fiesta convoca a miles de personas entre el 1 y 6 de enero para ver desfilar y bailar a los diablos con caretas tan macabras que parecen diseñadas por el mismísimo Lucifer.

Cuernos en todas las direcciones suelen coronar máscaras de grandes colmillos, ojos saltones con miradas malévolas y grandes pelucas, que portan los danzantes vestidos de rojo y negro, mientras bailan por las calles de Píllaro, unos 150 kilómetros al sur de Quito, en la provincia de Tungurahua.

Jhonny Narváez, de 18 años, dijo a Efe que participaba en la Diablada desde que aprendió a caminar, porque es "una raíz" familiar.

“El baile es una manera de poder salir de mi ser y demostrarle al mundo que Píllaro es una tierra muy bonita”, manifestó ataviado con una máscara de dos grandes colmillos blancos que se dirigen a los ojos y otros dos que apuntan a las mejillas.

En fondo negro, con rayas amarillas, roja y verdes, y con dos grandes orejas, la pesada máscara no le impide explicar que la tradición nació por rebeldía de los campesinos contra los terratenientes.

El alcalde de la ciudad, Francisco Yanchatipán, comentó por su parte que la Diablada, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial el 29 de diciembre de 2008, representa la "resistencia" de los indígenas de antaño y de hoy a la opresión.

Otra versión es que, antes, los terratenientes se llevaban a las mujeres de los campesinos y, estos comenzaron a usar los cachos de los animales que mataban para hacer las caretas, para asustar "a las personas que se llevaban a sus mujeres, y así poder rescatarlas", agregó Narváez.

Pero historias y leyendas aparte, la Diablada se realizará la primera semana de enero “para recibir de buena manera el año, y empezar con pie derecho”, agregó.

Como es costumbre, los diablos recorrerán algo más de un kilómetro por la ciudad, en una fiesta que culmina en el atrio de la iglesia.

Con semejanzas al afamado carnaval de Oruro (Bolivia), sobre todo por las majestuosas caretas de diablos que la gente usa en la celebración, la Diablada es una explosión de alegría en la que quienes representan a satanás ejecutan siete pasos de baile.

Junto a los diablos, desfilarán la "guaricha", (hombre o mujer), un personaje jocoso, que representa a la mujer alegre, sociable y tentadora.

También participará el capariche, que “representa a la clase baja del pueblo, llevando en su mano una escoba elaborada de espigas, ortigas y retama, simulando que limpia el piso por donde pasarán los diálogos y sus acompañantes”, según el Ministerio de Turismo.

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