La desaparición de la actriz Naya Rivera en un lago de California, Estados Unidos, mantiene en vilo a sus fans, familia, amigos, y autoridades policiales.

La Policía del Condado de Ventura (California, Estados Unidos) consiguió confirmar el fallecimiento de la actriz , quien fue reportada como desaparecida el 8 de julio , luego de identificar su cuerpo en el lago Piru. Ello hizo que todos recodasen su fama de “lugar maldito”.

Un portavoz de las autoridades confirmó en rueda de prensa que el cuerpo localizado la mañana de este lunes 13 de julio corresponde a la actriz “según la ubicación donde se encontró, las características físicas la vestimenta y la condición física”.

Al parecer, el cuerpo estaba cerca de la superficie, sin chaleco salvavidas y se descartan indicios de un acto criminal, por lo que la hipótesis principal continúa siendo un desafortunado accidente.

Las innumerables desapariciones en el lago Piru

A pesar de que el lago Piru, ubicado en el Bosque Nacional Los Padres (California), es conocido por ser un área recreativa al que acuden numerosos visitantes para navegar o hacer deportes acuáticos, son muchos los habitantes los que lo consideran “maldito”. Y es que no es la primera vez que ocurre una tragedia en el lugar.

Para entender el temor de los residentes, es necesario remontarnos al año 1994, cuando Jesus Danilo Carranza, de 27 años, falleció ahogado tras salir a nadar con su familia. Lo extraño del caso fue que el joven tenía puesto el chaleco salvavidas.

En julio de 1997, Liborio Dominguez se ahogó luego de lanzarse desesperado al agua para rescatar a su hija que había caído por accidente. La menor sobrevivió, pero su padre no. Su cuerpo fue recuperado varios días después.

Ese mismo año, exactamente el 1 de septiembre, Isidro Castillo, de 22 años, se metió al agua para nadar, pero luego de algunos minutos se dio cuenta de que no podía regresar a su embarcación. A pesar de que su pareja le arrojó una boya, el joven no pudo alcanzarla y murió ahogado. Su cuerpo apareció 24 horas después. Pasaron algunas semanas y Ulises Anthony Mendoza, de 30 años, quien había ido al lago para pasar el rato junto a su familia, se ahogó tras meterse al agua.

En 1998 se registraron dos muertes: el de Arthur Raymond Caladara, quien falleció en circunstancias nunca esclarecidas, y el de Vy Xuan Dang, quien fue arrastrado por una corriente. En el año 2000, Eric Cruz, de 25 años, nadaba a solo tres metros de la orilla cuando se le dificultó el alcanzar un bote a control remoto que estaba navegando. Entró en pánico y murió ahogado.

A mediados del 2008, Anatoly Naftoli Smolyansky, de 39 años, se lanzó al agua para rescatar a su hija de 5 años que había caído al agua. Perdió la vida y su cuerpo fue hallado recién una semana después. En mayo de 2010, Roberto Barrios, de 36 años, había ido a nadar en un bote que fue empujado por el viento sin que él lo notara. Falleció ahogado.

Pero, ¿a qué se deben tantas muertes repentinas? Para Douglas Wes, ex gerente de servicios de parques y recreación del lago Piru, la mayoría son causadas por negligencia de los visitantes que subestiman la fuerza del agua o del viento. Por eso, los habitantes piden constantemente a las autoridades que señalicen mejor el lugar para evitar que sigan ocurriendo tragedias.

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