Rossangela Huangal tenía un sueño: ingresar a San Marco y luego graduarse con honores. Esta a pocos meses de conseguir lo segundo. (Foto: Pronabec)
Rossangela Huangal tenía un sueño: ingresar a San Marco y luego graduarse con honores. Esta a pocos meses de conseguir lo segundo. (Foto: Pronabec)

El día que enfermó y no recibió una buena atención médica, ella decidió su profesión. Cada vez que sentía un dolor o sufría un golpe y la posta más próxima a su hogar no contaba con los recursos de salud necesarios, reafirmaba su vocación. Por las noches, antes de dormir, se veía luciendo ese mandil blanco resolviendo los casos más complicados o ayudando a aquellos que, como ella, no contaban con oportunidades en su provincia y tuvieron que migrar solos a la capital para cumplir sus sueños. Rossangela Huangal Álvarez no se rindió y hoy es un ejemplo lleno de fuerza. Aquí su increíble historia.

Guadalupe, provincia de Pacasmayo, en La Libertad, la vio nacer y fue donde apareció la inspiración para estudiar Tecnología Médica pero, más que eso, su meta era ingresar a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos () a la primera (toda una hazaña). Recién salida del colegio tuvo que decirle adiós a su familia, armar la maleta llena de recuerdos, anhelos y viajar a Lima. El camino no era sencillo y mucho menos lo que sucedería tras bajar del bus.

Las horas de estudios en una academia eran eternas. Noches en vela para memorizar fórmulas, datos, personajes, ecuaciones y todo aquello que la hiciera contestar la mayor cantidad de preguntas del temido examen de ingreso a la Decana de América. Llegó el día de la prueba, pero su nombre no figuró en la lista de afortunados. Con un gran dolor llamó a su papá y su corazón volvió a romperse. Don Cosme le dijo que ya no podría ayudarla a costear los gastos de su preparación preuniversitaria en Lima porque su mamá y sus dos hermanos menores, que aún estaban en el colegio, también necesitaban alimentos, comida y cubrir diversos pagos en Guadalupe.

Pero nada estaba perdido aún y como el corazón de madre siempre encuentra una alternativa y aquella frase que es capaz de levantar del suelo al más adolorido hijo, después de unas horas todo se volvió a iluminar. “Algo tenemos que hacer, hijita”, recuerda Rossangela que le dijo su mamá Gladys. “Venderé los animalitos. Tú sigue intentando. ¡Ya verás que sí entras a San Marcos!”.

Rossangela Huangal está cumpliendo sus sueños gracias al amor de sus padres, quienes la apoyaron para migrar a Lima. (Foto: Pronabec)
Rossangela Huangal está cumpliendo sus sueños gracias al amor de sus padres, quienes la apoyaron para migrar a Lima. (Foto: Pronabec)

El gran desprendimiento de su progenitora en Guadalupe le dio el impulso que necesitaba para continuar con el sueño de estar en la . Se presentó por segunda vez y consiguió ingresar a Tecnología Médica, para especializarse en terapia ocupacional.

“Mis padres hicieron el sacrificio para que ingresara a la universidad y fue toda una travesía. Me apoyaron el primer año de preparación y después mi mamá tuvo que vender los animalitos para poder prepararme y postular por segunda vez. Ingresar fue hermoso, una satisfacción única. Sentí que no defraudé a mis padres en todo el sacrifico que hicieron por mí. Llamé a mi papá y le dije que ingresé y ambos se pusieron felices”, narró en un de YouTube difundido por Pronabec.

Más piedras en el camino

Rossangela Huangal ya estaba dentro de San Marcos pero las preocupaciones continuaban. Ya tenía un año viviendo sola en Lima y, a pesar de estar en una universidad pública, el dinero no alcanzaba para cubrir sus principales gastos como comida, pasajes y lo que necesitaba para seguir destacando como estudiante, pues debía sacar copias de libros, comprar cuadernos o realizar trabajos de grupo.

Ella sabía que a sus padres no podía pedirles más apoyo pues tenía dos hermanos pequeños que requerían de cuidados y estudiar tal como lo hizo en Guadalupe. Es en ese momento que le dio la bienvenida a todos los oficios que le permitieran dividir su tiempo entre las clases y el trabajo.

Rossangela Huangal aprovecha cualquier momento libre para seguir estudiando y no descuidar sus calificaciones. (Foto: Pronabec)
Rossangela Huangal aprovecha cualquier momento libre para seguir estudiando y no descuidar sus calificaciones. (Foto: Pronabec)

Es así que Rossangela empezó a laborar por las noches y los fines de semana mientras avanzaban los primeros ciclos. Atendía mesas en restaurantes, limpiaba casas, cuidaba niños y todo lo hacía pensando en su futuro, sabiendo que con cada moneda que ganara seguiría forjando su camino para ser una profesional de la medicina.

Sin embargo, no todo salió como imaginaba. Estudiar por las mañanas y trabajar al caer el sol no solo la agotaba físicamente, sino que ya le estaba pasando ‘factura’ en su rendimiento académico. El 2017 pintaba como un año complicado, pero ella solo pensaba en seguir adelante y sabiendo que las oportunidades llegarían cuando menos lo esperara y así fue.

Unos amigos que sabían perfectamente su historia, que la veían luchar día a día por continuar en la universidad y viviendo sola en Lima le hablaron del concurso Beca de Permanencia de Estudios Nacional del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación de Perú.

“Gracias a Dios descubrí la convocatoria. Dudé al inicio que estuviera mi carrera incluida e investigué en Internet y vi que sí figuraba. Fue ahí cuando me propuse ganarla pues reunía todos los requisitos”, agregó Rossangela y, como era de esperarse, también salió victoriosa. “Fue un suspiro grande para mí, significaba que podía continuar con lo que más quería que era ayudar a más personas y seguir mi carrera”.

La joven de 24 años tiene la vocación de servicio y no hay nada que la haga más feliz que ayudar en la recuperación de sus pacientes. (Foto: Pronabec)
La joven de 24 años tiene la vocación de servicio y no hay nada que la haga más feliz que ayudar en la recuperación de sus pacientes. (Foto: Pronabec)

Un vuelco a la historia

Si antes de la postulación a la beca los días de esta joven se dividían en estudiar y buscar de dónde sacar más dinero, ahora todo era distinto. Fue así que “me cambió la vida bastante porque ya no tenía problemas pensando si me iba a alcanzar para mi pasaje, mis gastos. La parte emocional es importante en un estudiante y ya no estaba agobiada por los problemas económicos. Si antes era buena, ahora lo soy más. He levantado mis notas, tengo tiempo para mis estudios y para mí. Me puedo esforzar en todo lo que me gusta hacer”.

Y eso es lo que la motiva: disfrutar cada segundo de su carrera. Ahora en noveno ciclo y con 24 años ella le dio la bienvenida a las prácticas preprofesionales en el Hospital Guillermo Almenara de La Victoria y también se desempeña como voluntaria en diversos asilos.

Rossangela Huangal quiere trabajar en un hospital del Estado para rehabilitar con sus conocimientos a los más necesitados. (Foto: Pronabec)
Rossangela Huangal quiere trabajar en un hospital del Estado para rehabilitar con sus conocimientos a los más necesitados. (Foto: Pronabec)

Eso no es todo, Rossangela Huangal Álvarez tiene otra nueva meta y es especializarse en el extranjero en el área de lesiones centrales para regresar a Perú y trabajar como docente y formar a más terapeutas que puedan ingresar a hospitales públicos y ayudar a quienes más lo necesitan, tal como lo soñaba cuando era niña y corría por las calles de Guadalupe, donde ahora es considerada como una hija ilustre, soñando con ser doctora o ‘curando’ a sus muñecas con el mismo cuidado con el que atiende a sus pacientes. Sin duda, un ejemplo a seguir para los jóvenes desde que una campaña gubernamental sacara a la luz su increíble e inspiradora historia.

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