La anciana de 82 años llegó vendada y su emoción fue desbordante al enterarse que, al fin, se subiría a la tirolesa. (Foto: ABC15 Arizona/YouTube)
La anciana de 82 años llegó vendada y su emoción fue desbordante al enterarse que, al fin, se subiría a la tirolesa. (Foto: ABC15 Arizona/YouTube)

Barbara Kling es una mujer que recibe cuidados paliativos y, poco a poco, ha conseguido realizar todo lo que escribió en su lista de deseos siendo la última la más especial de todas, pues cumplió un sueño que tuvo desde temprana , por lo que su emotiva reacción al conseguirlo no solo se hizo alrededor del mundo, su historia enterneció el corazón de millones quienes no la dejan de alentar para aferrarse a la vida.

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Nuestra protagonista vive en Apache Junction, Arizona, , y fue a la base de Superstition Mountains para cumplir un sueño de siempre, pero lo hizo protegida con una máscara médica que le cubría los ojos para lo que sería un paseo en tirolesa.

Denise Lehman, empleada de la casa de reposo Stoneridge, le dice con una sonrisa: “lo haremos”, a lo que la anciana, emocionada, responde con una pregunta: “¿tirolesa?”, sorpresa que reemplazaría a su sesión de terapia de cuidados paliativos, cuyos equipos, ha confesado en reiteradas veces, la abruman por completo.

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Haciendo realidad el sueño de Barbara

“Queríamos hacer realidad su sueño”, confesó Lehman a ABC15 Arizona respecto al deseo de la mujer de 82 años quien ascendió 150 pies en un arnés sentada mientras cargaba su paquete de oxígeno, para luego bajar 30 millas por hora en Gold Field Ghost Town.

Tras firmar los papeles respectivos, Barbara fue apoyada por personas a cada lado de ella, quienes le llevaban con delicadeza hacia la tirolesa: “estoy en buenas manos”, además de estar supervisada por cinco enfermeras del asilo Stoneridge.

“No puedo decirte lo feliz que estoy, estoy abrumada”, se le escucha decir mientras dejaba que el viento la abrazara suavemente, momento épico en su vida que, por un solo instante, la hizo olvidarse de la mortal fibrosis pulmonar que la obliga a respirar con tubos alrededor de su nariz.

“Al final fue muy aterrador”, exclamó Denise, pero la mujer de 82 años no pensó lo mismo: “¿lo vamos a hacer de nuevo?”, replicó con mucha emoción.

Olvidando por un momento la fibrosis pulmonar

Muchos podrían preguntarse cómo se permitió a una paciente terminal hacer estos deportes peligrosos, pero Lehman lo explica de esta manera: “no nos enfocamos en la muerte o el morir. Nos enfocamos en vivir de la manera más positiva y cómoda posible durante esta parte del viaje”.

Mientras Barbara dice que se siente muy estimulada por el personal que la atiende en Stoneridge: “ellos me dicen que no me rinda, y no lo haré. No soy una desertora. Soy una luchadora y voy a luchar hasta mi último aliento”, sentenció a ABC15 Arizona.


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