Eugenia Cauduro, la modelo y estrella de telenovelas que vivió 10 años consumida por la depresión
Esta es la historia de Dale Schroeder, el humilde carpintero que marcó la vida de 33 personas
Facebook viral | En octubre de 2017, la vida de Rebecca Leigh (40) experimentó una abrupta transformación a raíz de un inesperado accidente doméstico. La mujer, natural de Maryland (Estados Unidos), sufrió un derrame cerebral tras dañarse una arteria mientras practicaba una postura de yoga. Ahora, ya recuperada, recuerda los duros momentos que atravesó durante y después del serio inconveniente de salud que le tocó afrontar. Esta es su historia.
Todo ocurrió cuando Leigh intentó realizar una posición denominada ‘parada de manos al vacío’, que incluso grabó en video para compartirla con sus seguidores en las redes sociales. De pronto, comenzó a ver borroso y perdió el control de su brazo a los pocos segundos. Ella sabía que algo andaba mal, pero en ningún momento imaginó que se trataba de algo tan grave.
“Solo duró cinco minutos, pero luego me empezó a doler la cabeza. Sufrí migrañas y dolores de cabeza desde que era adolescente, pero sabía que esto era diferente”, contó en diálogo con SWNS.
En los días posteriores, Rebecca se dio cuenta de que sus ojos estaban caídos y sus pupilas eran de diferentes tamaños. Su esposo, preocupado por la situación, la llevó de emergencia al hospital. De inmediato, los médicos la revisaron y le indicaron que había sufrido un derrame cerebral. “El doctor entró a la habitación y dijo con voz monótona: ‘Bueno, querida, sufriste un derrame cerebral’. Kevin y yo soltamos una pequeña risa, porque pensamos que estaba bromeando. Pero él respondió a nuestra risa con un silencio enorme y su rostro lo dijo todo”, recordó.
Luego, fue sometida a una exploración de angiografía por tomografía computarizada, enfocada específicamente en los vasos sanguíneos, y el resultado arrojó que se había desgarrado la arteria carótida derecha, lo que supuestamente envió un coágulo de sangre a su cerebro y causó el derrame.
En las siguientes semanas, el dolor era cada vez más severo y tenía que evitar la luz. Además, no podía levantarse de la cama por si sola ni comer sin la ayuda de otra persona.
El tiempo pasó y poco a poco recuperó las fuerzas, para finalmente regresar a la colchoneta de yoga, disciplina que describe como la pasión más importante de su vida. Hoy en día tiene una cuenta de Instagram en la que sube las mejores fotos de sus ejercicios cotidianos para sus más de 32 mil seguidores.
Aunque todavía vive con ramificaciones y con el temor de que otro golpe la pueda mandar de regreso al hospital, Rebecca cuenta que ahora se enfoca en posturas en las que se siente segura y en estiramientos simples. “Sabía que si no volvía a mi práctica relativamente poco después de mi accidente cerebrovascular, nunca lo haría”, confesó a SWNS.
“Sé que nunca estaré donde estaba antes del cien por ciento. El hecho de que pueda tocarme los dedos de los pies es suficiente para hacerme sonreír. Quería compartir mi historia para que algo como esto no le pase a ningún otro yoguis”, finalizó.