Vito Dumas en solitario, en su velero LEHG II, navegó la “ruta imposible” e hizo lo que nadie hizo en la vida en la historia naútica. (Foto: EFE)
Vito Dumas en solitario, en su velero LEHG II, navegó la “ruta imposible” e hizo lo que nadie hizo en la vida en la historia naútica. (Foto: EFE)

Un hombre, su velero, la bravura de los mares del sur y una epopeya: dar la vuelta al mundo por "ruta imposible de los 40 bramadores” en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Este fue uno de los mayores retos para la navegación de todos los tiempos, que el argentino Vito Dumas llegó a conquistar.

Por sus cuatro travesías y las circunstancias en las que las realizó, Dumas fue la primera persona en recibir el premio Slocum, el mayor reconocimiento internacional a la navegación en solitario y aunque en su país natal no tenga hoy un reconocimiento generalizado, quienes conocen su obra, admiran su talento. Idolatrado internacionalmente, su figura se diluyó en Argentina, país que amaba y representó con orgullo, y que ahora, gracias al documental “El navegante solitario”, ya estrenado, trae al presente su hazaña.

En cuanto a “Los 40 Bramadores”, título que lleva el libro en el que Dumas narra su vuelta al mundo entre 1942 y 1943, proviene de la denominación que se les da a los fortísimos y permanentes vientos que soplan sobre el paralelo 40 Sur, donde no existe barrera alguna que contenga el vigor con el que se desplazan a cientos de kilómetros por hora.

“Vito es de principios del siglo XX, una época en la que había un gran impulso, muchas cosas por descubrir, muchas cosas que no se habían hecho y él quería ser parte de todo ese movimiento”, comentó su nieto Diego Dumas, uno de los participantes del documental que relata la historia del aventurero, que ya se puede ver en diversas plataformas.

Fotografía sin fecha cedida por Diego Dumas que muestra el velero en el que Vito Dumas dio la vuelta al mundo. (Foto: EFE)
Fotografía sin fecha cedida por Diego Dumas que muestra el velero en el que Vito Dumas dio la vuelta al mundo. (Foto: EFE)

Vito Dumas, siempre aventurero

En 1931, Vito, eximio nadador, estaba en Francia para intentar cruzar a nado el canal de la Mancha, pero no pudo concretar ese objetivo por lo oneroso de tal empresa.

Decidido a retornar a su país como triunfador, invirtió el poco dinero que tenía para comprar una embarcación. Un pequeñísimo velero con pocas condiciones para lo que planeaba: cruzar el Atlántico en solitario.

“En el ambiente se le reían, apostaban que no pasaba el cabo de Finisterre, así empezó todo (...) ese fue el inicio de sus cuatro grandes viajes”, refiere Diego.

En abril de 1932 las risas de algunos se convirtieron en los aplausos y alabanzas de muchos, cuando solo 122 días después de su partida desde Arcachon, Francia, el L.E.H.G, nombre de la nave en homenaje a “un gran amor” de identidad desconocida, arribaba a Buenos Aires: “Acá lo recibieron como un héroe nacional”, afirma su nieto.

Esa pasión por la navegación, que lo impulsó a semejante travesía, había comenzado en 1916 y así evocaba ese momento el navegante solitario: “El día que conocí el arte de navegar, y con ello la posibilidad de penetrar en la inmensidad de los océanos, descubrí que allí podía refugiarme conmigo mismo... tener una gran calma mental”.


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