Durante años la localidad de Riace, en el sur de Italia, fue considerada un modelo de integración de migrantes, pero ahora lucha por sobrevivir, con las subvenciones del Estado suspendidas y con un alcalde que tiene prohibido residir en el pueblo.
Domenico Lucano -conocido como "Mimmo" y elegido alcalde en 2004- dio vida a este pueblo de 1.800 habitantes de la provincia de Reggio Calabria al recibir a cientos de solicitantes de asilo, subvencionado para ello con fondos italianos y de la Unión Europea.
Esto hizo que actualmente unos 400 habitantes de esta localidad sean extranjeros: africanos, paquistaníes, sirios... Las viviendas abandonadas fueron rehabilitadas, abrieron sus puertas talleres de artesanías y pequeñas tiendas, dando un poco de vida a esta localidad que perdía habitantes.
"Las distintas comunidades siempre se han entendido bien", asegura Carmela, una jubilada que ha vuelto a Riace desde Alemania, donde vivía como expatriada.
La actividad de Riace también ha impulsado la economía local permitiendo la creación de unos 50 empleos, como los de maestras que dan clases de italiano a los adultos.
La experiencia inspiró un documental de Wim Wenders y valió a Lucano ser incluido hace dos años por la revista "Fortune" entre las 50 personas más influyentes del mundo.
Pero a comienzos de octubre Mimmo Lucano fue condenado a arresto domiciliario, pena que la justicia transformó luego en la prohibición de residir en la localidad.
El alcalde es sospechoso de haber favorecido matrimonios de conveniencia y de irregularidades en la atribución del servicio de recolección de residuos a cooperativas vinculadas a los migrantes.
El municipio fue excluido del Sprar, una red de acogida y de integración que ubica a solicitantes de asilo y refugiados en diferentes municipios a quienes les otorga 35 euros diarios por cada uno. Alrededor de un tercio de los habitantes extranjeros de Riace se beneficiaron de este programa.
Esta decisión fue la consecuencia del inicio en 2016 de una auditoría administrativa por irregularidades en la gestión de la acogida, aunque sin sospechas de enriquecimiento personal.
Las calles del pueblo -animadas hace tan sólo unos meses- están ahora silenciosas y las tiendas del centro histórico han ido cerrando.
'Abandonados'
"La gente ya no recibe dinero, estamos cansados y nos sentimos abandonados ", explica Rosine, una camerunesa llegada en 2015 y que trabaja en un taller textil en el centro de la aldea.
"Nos cortaron la electricidad porque no podemos pagar y al final tuvimos que cerrar este verano", explica. Aunque los problemas empezaron antes de la llegada en junio de Matteo Salvini al frente del ministerio del Interior, ella acusa al jefe de la extrema derecha italiana de querer "avivar el fuego sobre el tema de los migrantes".
El ministro acusó en reiteradas ocasiones a Lucano de querer "sustituir a los italianos por africanos" y repite que las decisiones de los jueces muestran que el alcalde de izquierda "no es un héroe de los tiempos modernos".
Salvini se propone reunir a los solicitantes de asilo en grandes centros de acogida y limitar la red Sprar a los que consiguieron un permiso de residencia, lo que amenaza proyectos similares en pequeños municipios.
Desde los problemas judiciales del alcalde, la población vive en la incertidumbre.
Johnjoy, una nigeriana de 35 años, está preocupada por sus cuatro hijos. "El alcalde es como un segundo padre para ellos. ¿Qué va a ser de nosotros ahora que se ha ido?".
"Papa Mimmo" no tira la toalla. Espera que la justicia le autorice pronto a volver a casa y confía en seguir con sus proyectos.
(Fuente: AFP)