¿En qué lugar de la refrigeradora o nevera conservamos la leche? De seguro es en la puerta, que es donde la coloca casi la mayoría. Entre otras cosas porque los envases que compramos en el mercado parecen diseñados especialmente para esa zona del refrigerador. Bueno resulta que es un error y es el último sitio que conviene a esta clase de lácteos y aquí te explicamos por qué. Conservar los alimentos de manera correcta en la nevera o refrigerador es tan importante como mantenerla limpia y a la temperatura adecuada. No se trata de colocarlos donde resulte más fácil cogerlos, sino de mantener cada producto a la temperatura ideal y de asegurarse también la higiene. Pues porque es la zona de la nevera menos fría y más sometida a cambios de temperatura, esto debido al frecuente abrir y cerrar de la puerta, muy perjudiciales para unos productos tan delicados como la leche y los lácteos como el yogur que no deben romper la línea de frío desde que los adquirimos. Este espacio es ideal para productos con conservantes naturales, como la mayonesa, el ketchup, la mostaza y otras salsas envasadas, las mermeladas o los zumos. En las repisas más grandes de la nevera en la puerta se puede poner el agua, vino y otras bebidas embotelladas. Cocinados arriba, crudos abajo. Su sitio es la parte media o baja del refrigerador, donde más frío hace. El mismo donde se aconseja dejar también los yogures, natillas y cualquier producto tan perecedero como éstos. También podría guardarse en el inferior, justo encima del cajón de las verduras, pero es mejor reservarlo para los productos frescos y crudos, como la carne o el pescado. Porque es precisamente la zona donde más frío hace. Además de asegurarse una buena conservación, también se cuida la higiene, pues se evita que un goteo pueda contaminar otros alimentos situados debajo. Es imprescindible que la carne y el pescado estén bien envueltos y aislados para evitar que transmitan olores al resto de cosas almacenadas. Y el estante superior, ¿lo dejamos vacío? Pues no. Ahí es donde se debe guardar los alimentos cocinados, las sobras del día anterior, los fiambres y embutidos. Los quesos, excepto el curado, que está mejor fuera del frigorífico, como el jamón, acompañarán a la leche. Por último, está el cajón de las verduras. Conviene no dejarlas fuera de ahí, entre otras cosas, porque si se quedan pegados a la pared de atrás del de la nevera pueden congelarse. Lo mejor es meterlos en una bolsa de plástico o en su envoltorio original si van empaquetados. Y también mantener ahí las hierbas aromáticas. Cada 1 de junio se celebra el Día Mundial de la Leche, fecha elegida por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para difundir y reflexionar sobre la relevancia de este alimento rico en nutrientes. La licenciada en Nutrición Vanesa Gottau explicó a Infobae que se deben sumar más lácteos a la dieta de cada día. En el desayuno, “se puede incorporar cereales -sin azúcar- a la leche y untar las tostadas con manteca, queso blanco o dulce de leche. Asimismo, se puede agregar una porción de queso blando para tener una ingesta mayor de nutrientes”. Con respecto al almuerzo y la cena, los expertos recomiendan que no falte algún tipo de queso, o sumar crema o leche en distintas preparaciones. En la merienda, se puede beber una chocolatada o licuado, incorporar algún yogur o, simplemente, agregar leche al café o té. Otra opción es terminar el día con un vaso de leche tibia que puede incluso ayudar a conciliar mejor el sueño. La leche es un ingrediente básico para la preparación de un sinfín de recetas, aunque también se refiere a distintos alimentos, tanto de origen animal como la leche de vaca, oveja o cabra, así como la de origen vegetal como la leche de soja, avena, almendras, avellanas, coco. En cuanto a las presentaciones, esta es variada: entera, evaporada, descremada, en polvo, condensada. Dado que el abanico de productos y formatos es muy amplio, aquí nos centraremos en los usos culinarios de la leche de vaca ultrapasteurizada (UHT), la más consumida en los distintos hogares. No obstante, es preciso recordar que la mayoría de preparaciones en las que se utiliza también pueden cocinarse con el resto de leches, en función de la receta, de los gustos del cocinero y los comensales. Para que pueda llegarnos la leche en buen estado hasta nuestro hogares, ésta pasa por un proceso de pasteurización y homogeneización para eliminar toda la posible contaminación y para prolongar su vida. En el proceso de pasteurización existen tres formas diferentes de realizarla, aunque el mas común y que seguro nos suena de verlo en las latas y cartones de leche en el mercado o supermercado es la UHT. Este proceso es la pasteurización a alta temperatura. Es decir, se calienta la leche durante un máximo de 3 segundos a 150ºC como máximo. En este proceso se consigue una leche con sabor a cocida y de un tono algo mas pardo pero por el contrario esta leche se puede conservar durante tres meses sin refrigerador. LECHE FRESCA Es una leche que se pasteuriza y se vende refrigerada, conserva el 100% de sus propiedades naturales originales. Es la más adecuada para la repostería, ya que proporciona sabor y una textura insuperable. Se utiliza para elaborar el dulce de leche cortada. LECHE EVAPORADA Es un lácteo que se obtiene quitándole a la leche normal un 60% del agua. Su nombre real es “leche parcialmente evaporada o semi-evaporada”, ya que se le ha quitado parte del agua y no en su totalidad, como en la leche en polvo. Se emplea mucho para elaborar flanes, jaleas y tortas tres leches. LECHES SEMIDESCREMADAS Y DESCREMADAS Son aquellas leches que se les han eliminado parte de la grasa utilizando procesos tecnológicos. Se utiliza en la repostería para obtener dulces más saludables bajos en grasa. LECHE SIN LACTOSA Es una leche modificada que elimina gran parte de la lactosa o azúcar de la leche. También se consigue entera, semidescremada o descremada, y con ella se pueden preparar postres y cremas que contengan leche. LECHE EN POLVO La leche en polvo o seca, se obtiene del mismo proceso que la leche evaporada con la diferencia que en este tipo de leche se deja evaporar el 100% del agua y no la mitad. Se usa para la preparación del dulce de leche, flanes y hasta pancito de leche. CREMA DE LECHE También conocida como nata, es de consistencia espesa y puede ser blanca o algo amarillenta. Esta se forma en la superficie de la leche cuando se encuentra en su estado puro y natural, y es una de las partes de la leche con mayor cantidad de grasa. Se utiliza para mezclar, y batida o montada para elaborar postres. Es unos de los ingredientes de la crema chantilly. LECHE EN POLVO La leche en polvo o seca, se obtiene del mismo proceso que la leche evaporada con la diferencia que en este tipo de leche se deja evaporar el 100% del agua y no la mitad. Se usa para la preparación del dulce de leche, flanes y hasta pancito de leche. Es una de las técnicas más antiguas y además, increíblemente, la más efectiva de todas. Si colocamos una lata o una botella en un recipiente y le añadimos agua, hielo y sal, conseguiremos una bebida fría en menos de 5 minutos. Pero, ¿por qué ocurre ello? Aquí te contamos la explicación científica. La respuesta de que este “milagro” ocurra la tiene la química y guarda el nombre de “descenso crioscópico“. Cuando hacemos la mezcla de estos tres ingredientes, la sal se licua con el hielo y la temperatura se mantiene. Es decir, a través de este truco no aumentaremos el frío que poseían los hielos, sino que conseguiremos que se conserve. ¿Y cómo pasa el frío del hielo a la lata? Pues gracias al agua, que permite que la botella/lata esté en contacto continuo con el frío, la velocidad de enfriamiento es mayor y, a través de esto, la lata/botella consigue adoptar la temperatura del hielo. Evita las verduras ya cortadas Ser un poco perezoso en la cocina suele salir caro, así que a la hora de ahorrar lo primero es tener un cuchillo y demostrarte a ti mismo que eres capaz de cortar esa cebolla o zanahoria. No te harás millonario, pero si practicas mucho eso del corte puede que te ahorres algunos centavos para un gustito. Nada de desechar verduras y frutas: cremas y batidos Aquí no se desperdicia nada, como diría la abuela, y más si queremos ahorrar. Las frutas y verduras que estén un poco marchitas pueden tener una segunda vida en forma de sustanciosas cremas y refrescantes batidos. ¿Un plátano mustio? A la batidora con un yogur y tenemos un delicioso batido. Haz caldos No sólo como ingrediente para otras preparaciones, sino para improvisar una sopa salvadora. Comprarlo hecho no siempre es buena idea. Pon un día la olla y preparar unos litros de caldo para, de paso, aprovechar algunas de esas verduras que ya no están para aguantar más tiempo. Busca productos de temporada El sentido común es básico a la hora de hacer las compras y pensar en el menú de la semana o el mes. Si somos de ir al mercado será fácil saber qué está de temporada porque será lo más económico. A partir de ahí, sólo hay que pensar qué cocinar con eso que hemos comprado a buen precio en el supermercado. Cortes de carne más baratos Ser carnívoro también es compatible con ahorrar. Es más cuestión de saber comprar que de saber cocinar y tener claro que no siempre los cortes más caros son los más exquisitos. ¿Has probado los contramuslos de pollo? Mucho más barato y sabrosos para, por ejemplo, acompañar con un cremoso puré de papas. ¿Se malogra? ¿Produce algún tipo de bacterias? ¿Malogra la refrigeradora? Sabemos que el frío conserva los alimentos. Es por eso que acostumbramos a meterlo todo en la nevera sin pararnos a preguntar si es lo más adecuado. Si estás a punto de guardar un táper con la comida humeante que acabas de cocinar, quizá no sea el momento de hacerlo, porque guardar calientes en el refrigerador conlleva ciertos peligros que aquí te alertamos. Existe la idea de que guardar en el refrigerador un plato aún caliente puede estropearlo. Sin embargo, no existen estudios que afirmen que eso sea así. Todo lo contrario, esa acción puede dañar el resto de alimentos que se encuentran en la nevera y aumentar así el riesgo de que se descompongan o causen intoxicaciones alimentarias. Este es, sin duda, el mayor inconveniente, pero no es el único. La nevera trabaja doble Si introduces algo a temperaturas elevadas, la máquina tendrá que esforzarse más, gastar más energía y su vida útil se acortará. Por eso, aunque logre que todo continúe frío, la refrigeradora lo sufrirá. Daña el resto de alimentos Cuando se pone un plato caliente en la nevera, la temperatura de los alimentos que se encuentran en el refrigerador incrementa. Lo que estaba frío se calienta, incrementando el riesgo de contaminación. Se enfría de manera desigual Otro de los inconvenientes es que la comida se enfría de manera desigual. Esto se debe a que la temperatura no disminuirá de manera uniforme, sino que lo hará más lentamente en la parte donde esté el recipiente caliente. El maestro panadero español Eduard Crespo explicó a La Vanguardia que el punto inicial para conservar el pan por más tiempo es que este “tiene que ser de calidad y de alta fermentación” y hay dos características que no deben pasarse por alto: que tenga un color café oscuro y que la miga esté alveolada, es decir, con “huequitos”. En esta nota te compartimos algunos trucos caseros que harán que tu pan se mantenga delicioso por más tiempo y sigas disfrutando de tu sabor. 1. Utiliza bolsas o secadores de tela Para conservar mejor el pan artesanal, el plástico no es una opción. Las bolsas de este material no lo dejan respirar, pierde sus propiedades y acelera la aparición de moho. Para que perdure fresco hay que guardarlo en una bolsa de tela para reducir la pérdida de humedad, que es lo que provoca que se ponga duro. También puedes poner el alimento en una cesta y cubrirlo con un secador o trapo de algodón o lino y dejarlo sobre la mesa o guardarlo en un cajón de madera. Así lo protegerás del aire. 2. Aléjalo de la humedad Es importante conservar el pan a temperatura ambiente y no en el refrigerador, ya que este electrodoméstico absorberá la humedad del alimento y hará que envejezca antes. Deberás conservarlo en un lugar fresco y seco, evitando la luz directa. En el caso del pan de molde, sí lo puedes guardar en la nevera sin quitarle su envoltorio de plástico original, porque ayuda a retener la humedad. Así puede durar entre dos o tres días. 3. Congela lo que no consumirás Una buena opción de conservación es congelar el pan, pues según expertos puede mantenerse en buen estado hasta por 3 meses. Al momento de descongelarlo es ideal hacerlo en el horno, microondas o tostador, pero no a temperatura ambiente porque puede descomponerse. 4. Reutiliza el pan añejo Una forma de no tener que botar pan, es reutilizarlo en distintas preparaciones. Si nos sobra y termina poniéndose tieso e imposible de comer, algunas opciones geniales de cómo aprovechar el pan duro es preparando recetas tan deliciosas como el budín, crutones, tostadas francesas, o emplearlo como pan rallado cuando lo requieras para preparar milanesas. En principio, la principal función de cernir o tamizar los ingredientes secos es evitar que queden grumos en la masa. Generalmente, las harinas se guardan en zonas con algo de humedad, y estas comienzan a formar pequeñas bolitas que luego son difíciles de deshacer si ya se encuentran junto a los demás ingredientes de la receta. Por eso, al cernir este alimento, se evita que pasen estas formas indeseadas. De la misma forma, cernir la harina ayuda a separar bien cada partícula e incorporar aire, esto ayuda a que la mezcla sea más ligera, quede mucho más esponjosa y crezca. De hecho, es importante revisar la cantidad de la harina antes de hacer la masa. Si la receta indica que se necesitan tres tazas de harina tamizada, no pueden pesarse las tres medidas y luego tamizarla, pues el volumen no será el mismo. Asimismo, cuando la harina es de dudosa procedencia o lleva demasiado tiempo almacenada, es probable que tenga algún bichito. Allí es mucho más importante el tamizado, pues evita que estos agentes desagradables formen parte de la preparación. Finalmente, si la misma se tamiza junto con los otros ingredientes secos, se ayuda a que todos se integren mucho mejor y el resultado será óptimo. 1. Evita las verduras ya cortadas Ser un poco perezoso en la cocina suele salir caro, así que a la hora de ahorrar lo primero es tener un cuchillo y demostrarte a ti mismo que eres capaz de cortar esa cebolla o zanahoria. No te harás millonario, pero si practicas mucho eso del corte puede que te ahorres algunos centavos para un gustito. 2. Nada de desechar verduras y frutas: cremas y batidos Aquí no se desperdicia nada, como diría la abuela, y más si queremos ahorrar. Las frutas y verduras que estén un poco marchitas pueden tener una segunda vida en forma de sustanciosas cremas y refrescantes batidos. ¿Un plátano mustio? A la batidora con un yogur y tenemos un delicioso batido. 3. Haz caldos No sólo como ingrediente para otras preparaciones, sino para improvisar una sopa salvadora. Comprarlo hecho no siempre es buena idea. Pon un día la olla y preparar unos litros de caldo para, de paso, aprovechar algunas de esas verduras que ya no están para aguantar más tiempo. 4. Busca productos de temporada El sentido común es básico a la hora de hacer las compras y pensar en el menú de la semana o el mes. Si somos de ir al mercado será fácil saber qué está de temporada porque será lo más económico. A partir de ahí, sólo hay que pensar qué cocinar con eso que hemos comprado a buen precio en el supermercado. 5. Cortes de carne más baratos Ser carnívoro también es compatible con ahorrar. Es más cuestión de saber comprar que de saber cocinar y tener claro que no siempre los cortes más caros son los más exquisitos. ¿Has probado los contramuslos de pollo? Mucho más barato y sabrosos para, por ejemplo, acompañar con un cremoso puré de papas. La mayoría suele limpiar las cucharas de madera con agua y lavavajillas, lo que es totalmente incorrecto, puesto que la madera absorbe el jabón y este se queda allí. Por ello hoy te enseñaremos la forma correcta de limpiar estos utensilios. Por eso es importante mantener estos utensilios limpios en el día a día y no esperar que se echen a perder. Pero, ¿cuáles son los mejores métodos para limpiarlas?: Prepararlo suena fácil pues hay que agregar un poco de aceite en una sartén o plancha, ponerlo y esperar que salga exquisito. Adobarlo y condimentarlo es una buena idea para tener un mejor resultado. Sin embargo, en muchas ocasiones a la hora de cocinar la carne se cometen algunos errores, que le quitarán jugosidad al bistec. Aquí te compartimos algunos trucos de cocina que puedes tomar en cuenta. Grosor de la carne El tamaño y groso son claves para que al cocinarlo salga muy bien. Si el trozo de carne es muy grueso y grande posiblemente no quede como lo esperas. Y es que bistec perfecto es el que está bien cocido por fuera y por dentro queda un poco tierno y jugoso. Es aquí donde los expertos recomiendan que debe contar con 1cm de grosor. Sazonar bien la carne Esta es una buena forma de resaltar sus sabores de manera natural. En los cortes gruesos de carne, las especias y condimentos que utilices se quedarán en forma de costra y no llegarán al centro del corte. En el caso de la sal, lo mejor es agregarla al final cuando la carne ya esté cocida, pues en crudo la absorbe Temperatura de la plancha Para que quede dorada por fuera y jugosa por dentro, hay que barnizar la plancha con un poco de aceite de oliva, esto hará que quede jugoso y doradito. Luego hay que calentarla muy bien y colocar el corte de carne. El siguiente paso es esperar a ver sangre en la parte superior para voltearla Los expertos aconsejan voltearla solo una vez.