Un restaurante le negó la entrada a un hambriento león marino, que no tuvo más opción que regresar de vuelta al océano. (Foto: Pixabay/Referencial)
Un restaurante le negó la entrada a un hambriento león marino, que no tuvo más opción que regresar de vuelta al océano. (Foto: Pixabay/Referencial)

Un curioso león marino protagonizó un hilarante video que no tardó en volverse viral en y otras redes sociales. Atraído por el olor de la comida, el mamífero marino intentó ingresar a toda costa a un restaurante ubicado en la isla de San Cristóbal, en , pero el dueño del local le impidió la entrada.

Si bien son inofensivos, estos animales –cuyo peso llega hasta 140 kilos en la adultez– pueden mostrarse muy territoriales respecto a su hábitat, la comida y las hembras. Por ello, la cautela y el respeto son clave si tienes a uno frente a frente. Afortunadamente, son lentos en tierra y uno puede escapar fácilmente de ellos si mantiene su distancia.

Pero al lobo marino de este video viral de Facebook solo le importaba su estómago y trató de ingresar por la puerta principal del establecimiento. Pese a que los locales evitan interferir con los animales a toda costa debido a su amor y respeto hacia ellos, era claro que el propietario del restaurante tenía que hacerle entender que no era bienvenido.

Equipado con una silla, emulando sin querer a un domador de leones de circo, el otro protagonista del divertido video viral de Facebook intentó persuadir al león marino de avanzar e infiltrarse en la mesa de alguno de los comensales. Pese a que intentó eludir la silla caminando de lado a lado, el animal no puedo lograr su cometido.

Toda la situación era observada por los clientes, que grabaron la divertida escena que se volvió viral en Facebook con sus teléfonos celulares mientras comían y uno de ellos incluso le dio una mano al dueño del restaurante para desalojar al intruso. Al ver a dos personas con sillas frente a él, el león marino dio media vuelta y emprendió la retirada hacia la playa.

Mientras retornaba al océano, el propietario del local le decía “se le acaba de mostrar la puerta, señor, y no vuelva” de la forma más educada posible mientras cerraba la verja de acceso al balneario. “Lo siento, amigo. Sin camisa y sin zapatos, no hay servicio”, bromeó la otra persona que lo ayudó.

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