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Un año después de cumplir su servicio en Kuwait, un país árabe situado en Asia Occidental, una mamá sargento sorprendió a su hijo en la escuela, el pasado 2 de noviembre. 

Fue un emotivo momento: todos los ojos de la clase estaban puestos en el estudiante de quinto grado del colegio Chaffee, Kael Lancey, quien no pudo contener las lágrimas cuando su madre se presentó disfrazada. 

Desiree Lancey se escondía bajo las plumas de un águila. Ella no había visto a su hijo desde la Navidad de 2017, tras haber pasado la mayor parte del año desplegada en la frontera arábiga de Kuwait.

Cuando se quitó el disfraz, su hijo saltó a sus brazos y los aplausos retumbaron en el aula. El pequeño hundió la cara en el hombro de su madre y comenzó a sollozar.

Meses de angustia acumulada finalmente podrían liberarse en los brazos de su madre. "Dios es tan bueno. Es duro, pero vale la pena. Pequeños sacrificios para una ganancia a largo plazo", dijo la madre a los medios locales.

El material gráfico fue publicado en y conmovió hasta las lágrimas a miles de usuarios. Lancey y Kael obtuvieron una ventaja en el fin de semana: les dieron el día libre para disfrutar del tiempo que tanto necesitaban.

"Es difícil estar en el ejército y estar lejos de ellos. Pero al ver su rostro, solo esa inicial, cuando entré y vi su rostro, no podía respirar y estaba tan emocionada, solo felicidad".

Lancey espera que la sorpresa sea un recuerdo sobre el que Kael pueda reflexionar toda su vida. Y es que los hijos de quienes conforman las Fuerzas Armadas aprenden a lidiar con el tiempo prolongado que pasan lejos de sus padres.

Pronto se acostumbran a la normalidad de la ausencia, pero no deja de invadirlos la angustia. Cuando finalmente se reúnen, ambos corazones pueden volver a estar completos. 

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