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Una prueba científica que ha dejado sorprendidos a propios y extraños. El video de unos crustáceos gigantes con aspecto de langosta devorando un cocodrilo muerto se ha hecho viral en y en menos de una semana ha acumulado más de 3 millones de visualizaciones en YouTube.
¿De qué trataba la investigación científica? Pues esta era para estudiar cómo el material de entornos terrestres enriquece las redes alimenticias en los oceánicos, así como también explicar cómo los reptiles grandes -ahora extintos- que vivían en los océanos antiguos eran depredados por algunos más pequeños.
La poca investigación realizada a estos animales que se alimentan de los reptiles más grandes y peligrosos no está muy avanzada, por lo que Craig McClain y Clifton Nunnally se propusieron marcar y hito con este experimento.
Para realizar esto, se usaron a tres caimanes muertos, los cuáles fueron colocados 2,25 metros en el fondo del Golfo de México junto con una cámara y en menos de 24 horas, unos isópodos empezaron a llegar para alimentarse del cuerpo inerte del reptil.
Este método fue usado por primera vez por los científicos y les permitió "examinar el papel de los caimanes en la biodiversidad y el ciclo del carbono en los océanos profundos", según explicó McClain en la web Deep Sea News.
El científico comentó también que, "si vuelven al lugar, seguramente no verán nada del caimán sino que sus restos esqueléticos junto con los isópodos ocultos en la arena esperando algo más de 'comida'".
