En Estados Unidos, la historia de una madre se hizo tendencia en redes sociales como Twitter tras revelar que un hombre hizo llorar a su hijo de 10 años que padece de autismo al negarse a venderle un helado, pues el menor se negó a quitarse la mascarilla. Tras esto, la mujer expuso el nombre y la ubicación del tipo que agredió a su pequeño.
Buscando un helado
Ella se llama Lindsay Fogarty, quien reveló que se encontraba en Pigeon Forge, Tennessee, junto a su novio Joshua Thomas y su hijo Andrew, pues el menor tiene una gran fascinación con el Titanic, por lo que estaban visitando el “Dollywood”, donde hay un museo dedicado al hundido transatlántico.
Sin embargo, todo terminó completamente mal cuando llegaron a la heladería Kountry Kreamery, donde el dueño se negó a brindar sus servicios a cualquiera que usara mascarilla.
En una publicación de Twitter que luego eliminaría, Lindsay describiría, a grandes rasgos lo sucedido: “Un hombre adulto que es dueño de una heladería en Tennesse hizo llorar a mi hijo autista de 10 años porque no nos vendía helado porque no nos quitábamos las mascarillas. Tenemos una enfermedad rara y estamos inmunocomprometidos. No tengo palabras en este momento. Esta es la ubicación”, tras lo cual adjuntó una foto de esta persona, así como su dirección y el número telefónico de la tienda.
Usando mascarilla por necesidad
Cuando esta historia se hizo viral, salió de las fronteras de las redes sociales y Today se contactó con la mamá del menor quien dio su punto de vista sobre lo que ocurrió donde reveló que el nombre del presunto agresor es Jeremy Buzon, de quien no obtuvieron declaración alguna.
Ella detalla que el suceso ocurrió el pasado 13 de mayo, todos estaban antojados de comer helado, por lo que buscaron tiendas aptas para niños, dando con el paradero del Kountry Kreamery.
Todos entraron al local con mascarillas puestas; revela que tanto ella como su hijo usan este objeto desde antes del inicio de la pandemia del coronavirus en los Estados Unidos. La madre padece de síndrome de Ehlers-Danlos vascular, gastroparesia, síndrome de taquicardia ortostática postural. En tanto que el niño sufre de mastocitosis, dolencias que las hace inmunocomprometidos.
“Usé mascarilla antes de la pandemia, por lo que siempre tenía que decirle a la gente que tengo un sistema inmunológico comprometido y la gente decía: ‘bien’, eso es todo. Nadie nunca me negó el servicio por ningún motivo”, sería Buzon el primero.
El maltrato de Jeremy Buzon
“No nos dijo nada mientras esperábamos. La pareja pagó y se fue, luego caminamos hacia el mostrador y él nos decía: ‘nada de mascarillas’, y señala un letrero que dice: ‘no mascarillas para hacer pedidos’. Yo estaba confundida”, comentó.
Y continúa: “Señaló, directamente, a la puerta. No entiendo cómo alguien estaría dispuesto a no vender helado a nadie, pero especialmente a un niño. A mi hijo no le va bien ningún tipo de confrontación. Esperó hasta que caminamos hasta el auto para emocionarse, y para él esa es una respuesta muy madura, pero lloró mucho en el hotel, problemas para dormir”.
¿Derecho a no vender?
Cuando llegaron al hotel, Lindsay publicó lo sucedido en Twitter, tras lo cual se hizo viral; su efecto fue tal que el establecimiento recibió una serie de reseñas negativas en Yelp (aplicación donde se califica a los restaurantes), por lo que se vieron forzados a desactivar las calificaciones.
Cuando Today le preguntó a Fogarty si los dueños de los establecimientos tienen derecho a elegir a quien vender o no sus productos, esta respondió: “Tiene derecho a echar a quien quiera, pero no lo tiene a echar a nadie por prácticas discriminatorias. Si quiere botar a alguien de su restaurante o heladería porque tiene puesta una camiseta de Cowboys, eso es perfectamente ilegal, pero no porque está comprometido”.
Sin embargo, esta mala experiencia no impidió que la familia entera pudiera probar el helado que tanto deseaban: “Definitivamente, revisaré las reseñas de nuevos lugares antes de ir. Hemos hablado con nuestro hijo sobre cómo solo podemos controlar nuestra respuesta emocional a las personas y no podemos controlar cómo se sienten las personas respecto a nosotros (…) espero que mi hijo nunca tenga que lidiar con esto nuevamente. Esto, realmente, le rompió el corazón”, sentenció.