Ricky Kennedy, ciudadano del Reino Unido, tenía el hábito de morderse las uñas, pero nunca imaginó que este terminaría ocasionándole problemas de salud severos, al punto de poner su vida en riesgo.
El hombre de 57 años se hizo una ampolla en el pulgar derecho a causa de su manía de morderse los dedos y decidió acudir a un médico, quien le recetó antibióticos. Sin embargo, la infección se hizo más dolorosa y comenzó a extenderse por todo el brazo hasta su pecho.
Cuando Ghislaine, su esposa, lo encontró en casa días después, Kennedy se encontraba en pésimo estado, por lo que ella llamó de inmediato al servicio de emergencias y el hombre fue llevado de inmediato a un hospital.
“Tenía tanto dolor que no me podía mover. Pensé que estaba teniendo un ataque cardíaco y realmente pensé que iba a morir. Si no fuera por Ghisaline, que llamó a la ambulancia, estaría muerto”, contó el protagonista de la historia.
Ricky, residente en Westcliff, tuvo que ser internado de emergencia por una sepsis. Esta última es una infección generalizada, que usualmente tiene un punto de partida en algún órgano o tejido.
Tan severa es esta condición, que 44.000 personas mueren cada año en el Reino Unido a causa de esta. Kennedy estuvo cerca de ser parte de esas cifras, pues el personal médico le hizo saber que tenía un 50% de chances de sobrevivir.
“No pensé ni por un segundo que el corte en mi pulgar era la causa de todo ello”, contó Kennedy, según recoge el medio británico Metro. “Era pequeña (la herida). Me he mordido la uña así cientos de veces, así que pensar que eso casi me mata es aterrador”, añadió.
Tan mal se encontraba el británico, que incluso era incapaz de responder a preguntas sencillas sobre él mismo al llegar al centro médico, al punto de no recordar nada de ese momento. “Estaba completamente delirante, ni siquiera sabía qué edad tenía y apenas podía respirar o pararse. No pensé que (Ricky) lograría sobrevivir”, contó Ghisaline Kennedy.
El reposo del Ricky en el Hospital de la Universidad Queen Elizabeth tuvo lugar en enero y se prolongó hasta mayo de este año, mes en el que fue finalmente dado de alta. La enfermedad le dejó secuelas como una clavícula erosionada, artritis séptica y asma, a lo que se suma que Kennedy ya tenía diabetes de tipo 2 y dijo pasar por una etapa de “depresión” durante su tiempo en el hospital.
Pese a todo, el británico dijo sentirse “afortunado” por haber salido con vida de esa difícil situación.