Redacción MAG US

Una tranquila mañana en Monrovia, Los Ángeles, Estados Unidos, se convirtió en una experiencia inolvidable para Tina Herzog, una residente de 40 años en la zona, cuando un oso decidido a hacer su hogar temporalmente se instaló en su sótano a través de un espacio reducido. Este insólito incidente ha dejado a Herzog y a la comunidad local asombrados, y ha generado una curiosidad considerable. Su historia es en las .

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La sorpresa llegó el sábado por la mañana, alrededor de las 4:30 a.m., cuando la cámara de la puerta Ring de Herzog la alertó sobre la presencia de un visitante peludo. Aunque Herzog había visto osos pasear por su vecindario en diversas ocasiones, esta vez la situación tomó un giro inesperado cuando el animal se adentró en su propiedad.

Al principio, Tina Herzog no le dio mucha importancia al oso, considerando su experiencia previa con estos animales. Sin embargo, la indiferencia se transformó en preocupación cuando observó al oso alejarse hacia el lado de su casa. Al investigar más a la luz del día, descubrió que la puerta del espacio de acceso al sótano estaba abierta, y su temor se confirmó al encontrar al oso cómodamente acurrucado en una esquina, aparentemente dispuesto a hibernar en su hogar.

Herzog expresó su incredulidad: “Pensé, ‘¿Por qué yo?’. No podía creer que, de todas las casas en Monrovia o en las colinas, hubiera elegido mi casa. No sé cuál fue la atracción”.

La batalla para expulsar al huésped no invitado

Ante la presencia del oso en su sótano, Herzog intentó varias estrategias para persuadir al animal de que abandonara su hogar. El estruendo de golpear ollas y sartenes, e incluso el ruido de una sopladora de hojas, resultaron ineficaces. Fue la astucia de Herzog lo que finalmente hizo que el oso se retirara: lanzó bolas de naftalina hacia el animal, ahuyentándolo con el fuerte olor característico de este repelente.

Con humor, Herzog comentó: “Pero ahora sé la clave, y mi casa todavía huele a naftalina”.