Oscar Guerrero Tello

Una curiosa ceremonia se llevó a cabo en , cuando el alcalde del municipio de San Pedro Huamelula, pueblo indígena chontal del istmo de Tehuantepec, decidió llevar a cabo una tradición que cuenta con más de 230 años de antigüedad. La autoridad contrajo sagrado matrimonio con un reptil hembra en un rito tradicional para atraer la buena fortuna a su pueblo.

El alcalde Víctor Hugo Sosa tomó como prometida a una reptil llamada Alicia Adriana, recreando un ritual ancestral. El reptil es un caimán, un aligátor de pantano endémico de México y Centroamérica.

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Sosa juró ser fiel a lo que la tradición local llama “la niña princesa”. “Acepto la responsabilidad porque nos queremos. Eso es lo importante. No se puede tener un matrimonio sin amor... Me someto al matrimonio con la chica princesa, dijo Sosa durante el ritual.

Ritual ancestral indígena

El matrimonio entre un hombre y un caimán hembra se celebra en la localidad desde hace 230 años para conmemorar el día en que dos grupos indígenas alcanzaron la paz con un matrimonio.

La tradición cuenta que las fricciones se superaron cuando un rey chontal, encarnado estos días por el alcalde, se casó con una princesa del grupo indígena huave, representado por el caimán hembra. Los huaves viven en la costa del estado de Oaxaca, no lejos de este pueblo del interior.

La boda permite a los bandos “vincularse con lo que es el emblema de la Madre Tierra, pidiendo al todopoderoso la lluvia, la germinación de la semilla, todas esas cosas que son paz y armonía para el hombre chontal”, explica Jaime Zárate, cronista de San Pedro Huamelula.

Antes de la ceremonia nupcial, se lleva al reptil de casa en casa para que los habitantes la cojan en brazos y bailen. El caimán lleva una falda verde, una colorida túnica bordada a mano y un tocado de cintas y lentejuelas. El hocico de la criatura está atado para evitar cualquier contratiempo prematrimonial.

Más tarde, se le pone un traje blanco de novia y se la lleva al ayuntamiento para el acontecimiento. Como parte del ritual, Joel Vásquez, un pescador local, lanza su red y entona los deseos del pueblo de que el matrimonio traiga “buena pesca, para que haya prosperidad, equilibrio y formas de vivir en paz”.

Tras la boda, el alcalde baila con su novia al son de la música tradicional. “Estamos contentos porque celebramos la unión de dos culturas. La gente está contenta”, declaró Sosa a la AFP. Al concluir el baile, el rey planta un beso en el hocico de la “princesa niña”.

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